En un esfuerzo determinado por combatir la contaminación por microplásticos y abrazar la sostenibilidad, la Comisión Europea ha implementado un reglamento histórico, el «Reglamento sobre la restricción de los microplásticos» (UE 2023/2055), que prohíbe la venta de purpurina de plástico a partir del 17 de octubre de 2023. Sin embargo, la medida no busca eliminar la purpurina en su totalidad, sino transformarla hacia opciones más amigables con el medio ambiente.
La explicación sencilla proporcionada por la Comisión Europea destaca que el objetivo es reemplazar la purpurina de plástico con alternativas más respetuosas que no contaminen los océanos. Esta iniciativa es parte de un movimiento más amplio para abordar la creciente preocupación mundial sobre la presencia de microplásticos en los ecosistemas acuáticos y la cadena alimentaria.
La prohibición afecta específicamente a la purpurina hecha con plástico no biodegradable e insoluble. Aquellas purpurinas que son biodegradables, solubles, naturales o inorgánicas no se consideran microplásticos y están exentas de la prohibición. Esta distinción refleja un enfoque claro en la reducción de los impactos ambientales negativos asociados con los microplásticos, al tiempo que permite que formas más sostenibles de purpurina continúen en el mercado.
La aplicación de esta prohibición abarca diversos sectores, desde la purpurina decorativa y de manualidades hasta su presencia en juguetes y textiles, aunque con algunas excepciones especificadas por la Comisión. La normativa impulsa la búsqueda y adopción de alternativas biodegradables y libres de microplásticos en estas industrias.
En el ámbito cosmético, la prohibición también se extiende a la purpurina utilizada en productos de maquillaje, labios y uñas. Sin embargo, la Comisión Europea ha establecido un periodo transitorio que permite la venta de productos cosméticos que incluyan la purpurina «tradicional» hasta ciertos plazos específicos, como el 6 de octubre de 2027, el 16 de octubre de 2029 y, finalmente, el periodo que va del 17 de octubre de 2031 al 16 de octubre de 2035, este último requiere una etiqueta que indique la presencia de microplásticos.
Esta iniciativa refleja el compromiso de la Unión Europea con la transición hacia prácticas más sostenibles y la reducción de la contaminación por plásticos. Además, sirve como un llamado a la acción para otras regiones y sectores industriales, alentándolos a explorar y adoptar alternativas responsables con el medio ambiente en sus productos y procesos de fabricación. Con la entrada en vigor de esta prohibición, la Unión Europea establece un precedente significativo en la lucha global contra la contaminación por microplásticos y avanza hacia un futuro más sostenible.
Esta medida se basa en la alarmante estimación de que se liberan alrededor de 42,000 toneladas de microplásticos en la Unión Europea cada año, afectando tanto a los océanos como a la cadena alimentaria.
La contaminación por microplásticos es un problema global, y la cuenca del Mediterráneo se encuentra entre las áreas más afectadas, con Greenpeace calculando que entre el 21% y el 54% de todas las partículas de microplásticos del mundo se encuentran en esta región. La entrada de estos minúsculos fragmentos de plástico en la cadena alimentaria es una realidad, y la Comisión Europea enfatiza que evitar su presencia en los alimentos es una prioridad clave.
Según la Comisión, las nuevas normas derivadas de este reglamento contribuirán significativamente a la reducción de la liberación al medio ambiente de aproximadamente medio millón de toneladas de microplásticos. Este cálculo numérico destaca la magnitud del impacto positivo que se espera lograr con la implementación de estas medidas.
El foco de atención de estas regulaciones es particularmente relevante para la purpurina, un elemento comúnmente utilizado en una variedad de productos, desde cosméticos hasta decoración y manualidades. La purpurina convencional, compuesta principalmente de aluminio y tereftalato de polietileno (PET), es conocida por su resistencia a la biodegradación. La historia de la purpurina se remonta a 1934, cuando el ganadero y maquinista estadounidense Henry Ruschmann diseñó una máquina que podía convertir plástico en purpurina.
Con la prohibición de la venta de purpurina plástica, se espera una reducción del 70% en las emisiones de microplásticos. Este impacto significativo se traduciría, según expertos, en la prevención de la emisión al medio ambiente de aproximadamente medio millón de toneladas de estos productos en los próximos 20 años.
La trascendencia de esta medida no solo radica en la prohibición de productos específicos, sino en su papel en la concienciación y la promoción de prácticas más sostenibles. Este reglamento destaca la importancia de abordar la contaminación por microplásticos de manera integral y establece un estándar para futuras iniciativas destinadas a preservar nuestro entorno y proteger la salud de nuestros ecosistemas y cadenas alimentarias.