Utilizamos la expresión «apaga y vamonos» cuando todo está hecho, no queda nada por hacer, o damos algo por terminado.
No se sabe con certeza si su origen es real o ficticio, pero se dice que en un pueblo de Granada (España) llamado Pitres, se encontraban dos curas enfrentados por una vacante que había surgido como capellán del ejército. Ante esta disputa y el no entendimiento entre ambos, decidieron que el puesto sería aquel que pudiera celebrar la misa en menos tiempo.
Dispuestas así las cosas, ambos se situaron en el altar mayor de la iglesia y comenzó su duelo.
El primero simplemente dijo «Ite missa est», algo así como «Hemos celebrado misa»; a lo que el segundo respondió con un memorable acto reflejo «Apaga y vamonos» (dirigiéndose al monaguillo para que apagase las velas y cerrase el templo), celebrando así la misa en un tiempo record.