Las drogas producen adicción debido a su capacidad para alterar la química del cerebro y cambiar la forma en que funciona.
Cuando se consume una droga, ésta se une a los receptores de neurotransmisores en el cerebro y modifica la liberación y la recepción de los mensajes químicos que transmiten las señales nerviosas. Esto puede provocar una sensación de placer y euforia, lo que hace que la persona quiera volver a consumir la droga.
Con el tiempo, el cerebro se adapta a la presencia de la droga y comienza a reducir la producción de los neurotransmisores que normalmente se liberan en respuesta a estímulos naturales. Esto puede llevar a una disminución del funcionamiento normal del cerebro y a la necesidad de consumir cada vez más droga para sentir los mismos efectos.
Además, cuando una persona se somete a cambios repetidos en los niveles de droga en el cuerpo, se produce una desadaptación en el sistema de recompensa del cerebro, que es el sistema que normalmente se activa cuando se realizan actividades placenteras. Esto puede hacer que la persona dependa de la droga para sentir placer y se sienta ansiosa o deprimida cuando no la consume.
La adicción a las drogas también puede ser influenciada por factores genéticos y ambientales. Algunas personas pueden tener una mayor predisposición a desarrollar adicción debido a su historia familiar o a factores del entorno, como el acceso fácil a drogas o el estrés.