La norma que obligó a doblar las películas al español fue una medida tomada por el gobierno español en la década de 1930 con el objetivo de proteger el cine español y promover el uso del idioma español en el país. Esta norma requería que todas las películas extranjeras que se proyectaran en España fueran dobladas al español antes de su estreno.
La medida fue introducida en un momento en el que el cine español estaba luchando para competir con las películas extranjeras, especialmente las americanas, que dominaban el mercado. El gobierno español argumentó que el doblaje al español ayudaría a promover el idioma y la cultura españolas y proteger el cine nacional de la competencia extranjera.
Sin embargo, esta norma también tuvo algunas consecuencias negativas. Muchos críticos argumentaron que el doblaje al español a menudo era de baja calidad y que estropeaba la experiencia cinematográfica original. Además, el doblaje al español también limitaba la capacidad de los espectadores para apreciar el trabajo de los actores y las voces originales de las películas.
A pesar de estas críticas, la norma de doblaje al español se mantuvo en vigor durante varias décadas. Sin embargo, a medida que el cine español se fue fortaleciendo y ganando una mayor presencia en el mercado, la necesidad de protegerlo de la competencia extranjera se fue haciendo cada vez menos necesaria. En los años 80 se empezó a permitir el uso de subtítulos en algunas películas, y finalmente en los 90 se acabó con la normativa y se permitió la proyección de películas en su idioma original con subtítulos en español.