El roscón de reyes es un dulce tradicional que se come el 6 de enero y que en la actualidad suele tener fruta confitada por encima y estar relleno de nata o crema de diferentes sabores, escondiendo en su interior una figurita y un haba.
Los orígenes de esta tradición se encuentran en el Imperio Romano, donde se celebraba que el solsticio de inverno acababa y comenzaban los días con más luz y sol con varios días de fiesta.
Durante esta festividad, se repartían entre los esclavos y plebeyos un dulce hecho a base de miel, frutas y frutos secos; para simbolizar que el nuevo año que venía empezaba de manera dulce, olvidando las amarguras del pasado período.
Posteriormente se introdujo en el interior de este dulce un haba que significaba todo lo bueno que estaba por venir, cargando de «buena suerte» al afortunado que la encontrase.
Otras fuentes indican que fue Luis XV quien propagó la costumbre, una vez que su pastelero le hizo un dulce parecido a un roscón, en el que escondió un regalo para monarca, algo le intrigó al mismo tiempo que le fascinó, difundiendo esta costumbre entre sus súbditos e introduciendo con ella una moneda como sorpresa.
Se citan también a pasteleros de diferentes monarquías europeas como los introductores de la costumbre, incluso diferentes orígenes que asocian al roscón de reyes con ciertos dulces con una sorpresa en el interior que se daba a los niños en Francia, aunque parece que gana peso entre los expertos en el tema su origen romano.