A menudo nos referimos a las personas que forman parte de la realeza como «sangre azul».
El origen de esta expresión varia según la fuente que consultemos.
En primer lugar la que hace referencia a la ausencia de trabajo físico (como el de los campesinos) por parte de los integrantes de la realeza, lo que hacía que su piel fuese mucho más blanca que la del resto de la sociedad que sí debía ganarse el sustento con su trabajo, por lo general en el campo, expuestos al sol y por tanto con un color de piel más oscura.
Ese tono de piel claro de la realeza hacía que ciertas venas sean visibles a través de la piel, mostrándolas con un cierto tono azulado, dando lugar así a la creencia de esta diferencia de color de la sangre.
En segundo lugar, algunas fuentes apuntan a que se trataba de una enfermedad de la sangre provocada por la consanguinidad practicada comunmente por estas familias adineradas y, gracias a la cual sus bienes continuaban en manos de la misma familia.
Por último, hay quienes incluso insinúan otra enfermedad que afecta a la sangre volviéndola más verde debido al constante uso de la plata, principalmente en los utensilios utilizados para comer y beber.
Es cierto que las familias aristocráticas y reales intentaron por todos los medios tener la piel lo más blanca posible, porque no sólo es una señal de distinción, sino también de belleza al acercarse al tono de las esculturas de mármol.