Los bebés recién nacidos tienen una capacidad limitada para percibir el mundo que les rodea. Aunque son capaces de ver, escuchar y sentir, sus sentidos aún están en desarrollo y no pueden procesar toda la información que reciben de manera efectiva.
La vista de un bebé es bastante limitada al principio, ya que sólo pueden enfocar objetos que estén a una distancia de aproximadamente 30 centímetros. Además, su visión es borrosa y pueden tener dificultad para distinguir entre diferentes tonos de color. Con el tiempo, su visión se desarrollará y serán capaces de enfocar objetos más lejanos y ver con mayor claridad.
El oído de un bebé también está en desarrollo y es capaz de escuchar sonidos desde el útero. Sin embargo, pueden tener dificultad para localizar de dónde viene un sonido y pueden ser más sensibles a ciertos tonos de sonido. Con el tiempo, su oído se desarrollará y serán capaces de localizar sonidos con mayor precisión.
El sentido del olfato y del gusto también están presentes desde el nacimiento, pero aún no están completamente desarrollados. Los bebés pueden sentir el olor a la leche materna y pueden distinguir entre diferentes sabores, pero todavía tienen dificultad para procesar todos los matices del sabor.
En general, la percepción del mundo de un bebé es muy diferente de la de un adulto. A medida que crecen y sus sentidos se desarrollan, serán capaces de percibir y comprender el mundo de manera más completa.