Decimos que alguien ha «dado un braguetazo» cuando repentinamente sube de nivel económico y/o social mediante el matrimonio, definiéndolo el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua como “casarse por interés con una mujer rica”, aunque en la actualidad se usa tanto para hombres como para mujeres.
El origen de esta expresión se encuentra en una serie de leyes promulgadas hace siglos por los reyes castellanos destinadas a aumentar la población de la Corona (y de paso el número de soldados), según las cuales si un hombre tenía siete hijos varones dentro de un matrimonio legítimo, se le concedería hidalguía y todos los privilegios que ello implicaba en cuanto a exención de impuestos, tasas y rentas (o como se citaba en la época, quedando libres de “pechos y tributos” o “pechos y cargas”).
Esta hidalguía fue llamada de «bragueta» de forma despectiva por los nobles de sangre, pues gracias a su «uso» se podía obtener tal privilegio.
Directamente relacionadas están las expresiones “llegar la noche y parir hija” y “llevar mala noche y parir hija” usadas para decir que algo había salido mal después de un intenso trabajo, pues las hijas no contabilizaban a la hora de obtener la mencionada hidalguía.