El origen de esta expresión proviene de la época en que los pueblos indígenas habitaban la mayor parte de los territorios no colonizados. Cuando éstos se trasladaban a pie de un lugar a otro, lo hacían en fila de a uno debido a 2 necesidades principales:
La primera era la de poder avanzar ya que si caminaban por la selva o por el bosque, donde aún no existían caminos o senderos, por lo general no había espacio suficiente para caminar de otro modo debido a la espesura o frondosidad del lugar. De ésta manera, la persona que iba en primer lugar (generalmente la más experimentada en el grupo) abría camino para el resto.
La segunda necesidad, no menos importante, era la estrategia de defensa, ya que de esta forma quien encabezaba la hilera iba comprobando los peligros existentes y avisando al resto, que le siguían pisando sus mismos pasos, siendo la última persona del grupo quien con ramas, hojas y otros materiales borraba las huellas dejadas por sus compañeros para no dejar ningún rastro. De este modo era prácticamente imposible saber cúantos formaban parte de la expedición así como la dirección que habían tomado en caso de ser perseguidos.