En la epopeya de ciencia ficción «Interstellar», dirigida por Christopher Nolan, el planeta Miller emerge como un destino crucial en la búsqueda de un nuevo hogar para la humanidad. Con la Tierra al borde de la inabitabilidad, Miller se perfila como una esperanza, pero a un precio: está situado en las proximidades de un misterioso agujero negro llamado Gargantúa.
Miller se presenta como un mundo inexplorado, cubierto por un vasto océano que se extiende hasta donde alcanza la vista. Sin embargo, su apariencia paradisíaca es engañosa, ya que la influencia gravitatoria de Gargantúa distorsiona profundamente el tiempo en el planeta. Lo que parece ser una hora en Miller equivale a siete años en la Tierra, un fenómeno que desafía la percepción humana del tiempo.
Descrito como un mundo hostil, Miller desata su furia con olas monstruosas, que alcanzan alturas increíbles de hasta 400 metros, generadas por las mareas extremas causadas por la poderosa gravedad del agujero negro. Con una fuerza gravitatoria que supera en un 130% la de la Tierra, moverse en este entorno se convierte en un desafío monumental para los intrépidos astronautas que se aventuran en su superficie.
En «Interstellar», el planeta Miller, cercano a un agujero negro, desencadena una fascinante distorsión temporal: una hora en la superficie del planeta Miller equivale a siete años en la Tierra. Aunque la película presenta este fenómeno con precisión científica, la probabilidad de que exista un planeta real con estas características es altamente especulativa.
Según Kip Thorne, físico teórico y asesor científico de la película, tal planeta necesitaría un agujero negro girando casi a la velocidad de la luz, una posibilidad teórica pero sumamente improbable. Sin embargo, en la búsqueda de exoplanetas, los científicos han descubierto una variedad asombrosa de mundos que desafían la imaginación.
Entre estos descubrimientos, destaca un tipo de planeta llamado «exoplaneta de agua» o «planeta oceánico». Estos planetas, como su nombre lo indica, están cubiertos en su mayoría por vastos océanos. Uno de los ejemplos más notables es el exoplaneta GJ 1214 b, que se encuentra a aproximadamente 40 años luz de distancia en la constelación de Ofiuco.
GJ 1214 b tiene 6 veces la masa de la Tierra y 2,6 veces su radio, y comparte algunas similitudes con la descripción de Miller en «Interstellar». Es un planeta rocoso cubierto por un océano profundo de agua líquida, y se cree que tiene una atmósfera densa y caliente. Sin embargo, a diferencia de Miller, no está cerca de un agujero negro y no experimenta la conocida dilatación temporal extrema.
Mientras que la ciencia ficción nos permite explorar posibilidades que van más allá de nuestras capacidades actuales, la ciencia real avanza constantemente, acercándonos a comprender mejor el cosmos y sus innumerables misterios.
Aunque un planeta como Miller no se ha descubierto en la realidad, la continua investigación y exploración de exoplanetas podría algún día llevarnos a encontrar mundos con características extraordinarias, quizás incluso algunos que desafíen nuestra percepción del tiempo y el espacio.
La ciencia ficción de “Interstellar” nos ha dado una visión de lo que podría ser, y aunque un planeta como Miller no es una realidad hoy, la ciencia sigue buscando y tal vez, en un futuro no tan lejano, descubriremos algo igualmente asombroso infinito del universo.