Generalmente solemos vestir a los bebés de diferentes colores dependiendo de su sexo: los niños visten de azul celeste y las niñas de rosa.
Según fuentes consultadas, podría haberse originado durante los siglos V y VI en las islas británicas, pues en una época en la que los bebés podían morir de forma repentina y fácilmente debido a cualquier enfermedad o complicación durante el parto, se tendía a a colocar ropa y obetos de color azul al recién nacido varón (puesto que era más apreciado que las hembras), viendo este color como una protección contra las fuerzas del mal y los espíritus que acechaban al mismo.
Otras fuentes nos llevan hasta Alemania, donde a las niñas se las vestía de roja por considerar que nacían de una rosa del mismo color, y así podríamos seguir con multitud de teorías.
También es curioso que las estrellas y otros astros de color azul representan a deidades femeninas, y las de color rojo a masculinas (como el caso de Marte, dios de la guerra), lo que nos puede aclarar también la causa por la que en algunas culturas se viste a las niñas de azul y a los niños de rosa.