Parece que el origen del curioso nombre de estos narcotraficantes se remonta a principios del siglo pasado, cuando éstos utilizaban unos métodos ciertamente curiosos para esconder y transportar drogas.
En concreto, utilizaban jorobas artificiales (hechas de diferentes materiales como latón, cartón, etc.) para colocar debajo de la ropa, escondiendo en su interior las sustancias prohibidas.
Esta forma particular de vender drogas llamó rápidamente la atención de los periodistas, surgiendo rápidamente el apelativo de «camello» que perdura hasta nuestros días.