Esta expresión es utilizada frecuentemente cuando tras una discusión o conflicto con alguien queremos dejar clara nuestra intención, punto de vista u opinión frente al hecho en concreto. Por lo tanto lo que queremos es concretar y puntualizar de forma minuciosa algo que hemos dicho, para dejarlo bien claro.
El origen de poner sobre la letra «i» su característico punto se produjo en el siglo XVI, debido a un acuerdo entre los copistas de la época, ya que por aquel entonces era posible que en la misma palabra coincidieran dos “I”, y como no tenían ni un punto ni nada característico, cuando se unían parecían una “U”.
Para poder diferenciarla de la letra “U”, se llegó al acuerdo de poner una tilde sobre la “I”.
Posteriormente algunos copistas decidieron poner un punto en lugar de las tildes, algo que pareció demasiado minucioso, perfeccionista y excesivamente detallista para ciertos copistas, dando origen a la citada expresión.