Decimos que una persona tiene «mala leche» cuando se comporta con madad, u oscuras o dañinas intenciones.
Su origen está en la antigua creencia de que la personalidad se era adquirida durante la lactancia materna, es decir, con la leche de la madre (o de la nodriza en el supuesto de que la madre no quisisera amamantar a su bebé y tuviese dinero para poder permitírselo).
Si el bebé crecía y resultaba ser ser una persona con mal caracter, arisca o violenta, se decía que «tenía mala leche» en alusión al alimento recibido durante su niñez y que era la responsable de dicha actitud.