A veces, las canciones se «pegan» en nuestras mentes y no podemos dejar de escucharlas una y otra vez. Este fenómeno se conoce como «obsesión melódica» o «earworm» (literalmente, «gusano de oído» en inglés).
Hay varias razones por las que esto puede ocurrir.
Una de ellas es la repetición: las canciones que se repiten muchas veces, por ejemplo en la radio, son más propensas a «pegarse» en nuestras mentes.
La música con melodías pegajosas o armonías simples también puede ser más propensa a «pegarse» en nuestras mentes.
Otra razón por la que las canciones pueden «pegarse» en nuestras mentes es porque nos emocionan o nos tocan de alguna manera. Las canciones que tienen un significado personal o una conexión emocional con nosotros pueden ser más propensas a «pegarse» en nuestras mentes.
Finalmente, la fatiga mental también puede contribuir a la «obsesión melódica». Cuando estamos cansados o estresados, nuestra mente puede buscar una distracción, y la música puede ser una forma perfecta de hacerlo.
En general, la «obsesión melódica» es un fenómeno normal y no es necesariamente algo malo. Sin embargo, si la «obsesión melódica» comienza a interferir con nuestra capacidad para llevar a cabo tareas cotidianas, entonces puede ser un problema. En ese caso, puede ser útil tratar de distraerse con otras actividades o escuchar otra música para «romper» esta «obsesión melódica».