La anestesia es un invento relativamente joven, aunque los intentos de eliminar el dolor causado por ciertos procedimientos no lo son, como sabemos de un método practicado por las antiguas culturas mesopotámicas, al comprimir la arteria carótida se obtiene el efecto de «adormecer» al paciente… algo extremadamente peligroso.
La coca, la mandrágora, la marihuana y el opio también han sido utilizados a lo largo de la historia y la evolución de las civilizaciones para tratar de eliminar el dolor.
Gradualmente, el campo de la anestesia hizo grandes progresos, hasta que se descubrió que inhalar óxido nitroso adormece y alivia el dolor.
Su descubridor fue el dentista estadounidense Horace T. Wells, quien experimentó por primera vez los efectos del óxido de nitrógeno en 1844 cuando se ofreció como voluntario para que su socio John Riggs le extrajera un diente. Así, Wells se convirtió en el primer paciente intervenido bajo anestesia.
Desde ese entonces comenzó a utilizar la con sus propios pacientes, y su éxito fue tan rotundo, que pronto se extendió su uso por Estados Unidos, llegando a Europa y resto del continente americano en 1847.
Cabe destacar que Wells jamás intentó patentar el descubrimiento porque declaró que verse libre de dolor debía ser «tan gratuito como el aire».