La dinamita es un explosivo altamente potente que revolucionó la industria y la construcción. Fue inventado en 1867 por el químico sueco Alfred Nobel, quien buscaba una sustituta segura y más potente para la pólvora utilizada en ese entonces.
La dinamita es una mezcla de nitroglicerina, un líquido altamente inflamable, y un absorbente como la harina de piedra o la diatomita. La nitroglicerina es altamente sensible a los cambios de temperatura y vibraciones, por lo que era difícil de transportar y almacenar. La adición de un absorbente hace que la dinamita sea más estable y segura de manejar.
La invención de la dinamita permitió una mayor eficiencia en la industria minera y la construcción de túneles y carreteras. Antes de la dinamita, la extracción de minerales y la construcción de túneles requerían un gran esfuerzo manual y eran peligrosos debido a la inestabilidad de la pólvora. La dinamita permitió una mayor velocidad y seguridad en estas tareas, lo que permitió una mayor producción y una reducción en los costos.
Además de su uso en la industria, la dinamita también tuvo un impacto significativo en la guerra. Fue utilizada en la Primera Guerra Mundial como un arma de destrucción masiva.
La dinamita también ha sido utilizada en la construcción de presas, reparación de carreteras y la construcción de edificios. A pesar de su utilidad en estas aplicaciones, su uso también ha sido criticado debido a su potencial para causar daños ambientales y poner en peligro a las personas cercanas a las áreas de trabajo.