Un agujero negro es una región del espacio donde la gravedad es tan intensa que nada, ni siquiera la luz, puede escapar de ella. Esto significa que una vez que algo entra en un agujero negro, nunca más podrá salir. Los agujeros negros se forman cuando una estrella muy masiva colapsa bajo su propio peso. Cuando esto sucede, la gravedad de la estrella se vuelve tan intensa que nada puede escapar de ella, incluso la luz.
Los agujeros negros pueden ser muy pequeños o muy grandes. Los agujeros negros más pequeños se llaman agujeros negros primarios y pueden tener un tamaño tan pequeño como un átomo, pero con una masa mucho mayor. Los agujeros negros más grandes son los agujeros negros supermasivos, que pueden tener millones o incluso billones de veces la masa del sol.
Los agujeros negros tienen una frontera conocida como horizonte de sucesos, que es el punto en el que la gravedad es tan intensa que ni siquiera la luz puede escapar. Una vez que algo cruza el horizonte de sucesos de un agujero negro, ya no puede volver atrás.
Aunque no podemos ver directamente un agujero negro, podemos detectar su presencia por cómo afecta a otras cosas alrededor de él. Por ejemplo, si hay un agujero negro en el centro de una galaxia, puede arrastrar hacia sí a estrellas y planetas cercanos y hacer que se muevan en órbitas muy rápidas alrededor de él. También puede causar que la luz de estas estrellas se doble cuando pasa cerca del agujero negro, lo que nos permite detectar su presencia de manera indirecta.
Los agujeros negros son uno de los objetos más misteriosos y fascinantes en el universo. Aunque todavía hay mucho que aprender sobre ellos, han sido objeto de estudio y exploración durante décadas y se espera que continúen siendo un tema de interés en el futuro.