¿Alguna vez has notado cómo el aroma de un pastel recién horneado te transporta a tu infancia, o cómo el olor a sal marina te recuerda a tus vacaciones en la playa? El sentido del olfato, también conocido como olfacción, es uno de los más poderosos y misteriosos de nuestros cinco sentidos. A continuación, te contaremos cómo funciona.
La capacidad olfatoria se encuentra en la nariz, en específico en una estructura llamada bulbo olfatorio. El bulbo olfatorio contiene receptores olfatorios, que son células sensoriales especializadas responsables de detectar los compuestos químicos presentes en el aire. Los receptores olfatorios se encuentran en las membranas mucosas de la nariz y tienen la capacidad de reconocer una amplia variedad de compuestos químicos diferentes.
Cuando un compuesto químico entra en contacto con los receptores olfatorios, estos envían señales eléctricas al cerebro. El cerebro interpreta estas señales y las asocia con un olor específico. El proceso de identificación del olor es complejo y puede involucrar la participación de varias áreas cerebrales, incluyendo el bulbo olfatorio, el tálamo y la corteza cerebral.
Además de los receptores olfatorios, existen también células olfatorias no neuronales, las cuales son células de soporte que ayudan en la detección y procesamiento de los olores.
El sentido del olfato es muy sensible y es capaz de detectar una amplia variedad de compuestos químicos. A menudo, es capaz de detectar sustancias en concentraciones muy bajas, incluso en partes por trillón. Esta capacidad de detección es especialmente importante para la supervivencia, ya que el olfato es utilizado para detectar peligros, como los compuestos tóxicos, y para la búsqueda de alimentos.
Sin embargo, el sentido del olfato también puede ser alterado por ciertas condiciones médicas, como infecciones nasales, enfermedades neurodegenerativas, y el envejecimiento.