El consumo de alcohol puede afectar la memoria de diversas maneras, desde dificultar el aprendizaje de nueva información hasta provocar la pérdida temporal de la memoria ya adquirida. Esto se debe a que el alcohol tiene un efecto sedante en el cerebro, lo que puede interferir en su capacidad para procesar y almacenar información.
Cuando se consume alcohol, éste pasa al torrente sanguíneo y se distribuye por todo el cuerpo, incluyendo al cerebro. Una vez en el cerebro, el alcohol se une a los receptores de neurotransmisores, que son sustancias químicas que permiten la transmisión de información entre las células nerviosas. El alcohol interfiere con la actividad de estos receptores, lo que afecta la comunicación entre las células nerviosas y puede alterar el funcionamiento normal del cerebro.
Cuando se consume alcohol en grandes cantidades, se produce una intoxicación que puede llevar a la pérdida temporal de la memoria, también conocida como «borrachera». Esto se debe a que el alcohol afecta la capacidad del cerebro para registrar y almacenar nueva información, lo que puede hacer que la persona se olvide de eventos o conversaciones que tuvieron lugar durante la intoxicación.
Además, el alcohol también puede afectar la memoria a largo plazo, ya que el consumo excesivo de alcohol puede dañar las células nerviosas y los conectores entre ellas, lo que puede llevar a la pérdida de memoria a largo plazo.